miércoles, 17 de julio de 2013

Ser tu madre

Cuando creo que te tengo calado,  afloras. No se me ocurre una manera mejor para explicarte. Llevas dentro de ti millones de personas en una sola, cada cual con sus cosas. No todo es bueno, y a pesar de ello, o quizás por ello, me mantienes alerta. Me agotas, pero no concibo otra forma de vida. Ya no.

No sé si es la materia que un día fuimos, o la querencia del día a día. No sé explicar si ser madre e hijo es un lazo per se, o es cada minuto que transcurre. No sé si el amor es mi dependencia de ti, de él, de vosotros. De nosotros. La familia. No puedo darle sentido, y sin embargo, lo siento. Si sentir es entender o por el contrario es albergar más dudas...

Quizás sea que abres los ojos y las pilas se conectan solas, la casa abre los suyos, la rueda se pone en marcha y como un resorte mágico saltamos al son de cada segundo, de cada momento. Vivimos momentos, eso es lo que me has enseñado. Lo que me enseñas. No paro de aprender. No paras de enseñarme.

Quizás sea tu risa histérica, histriónica, maligna y deliciosa, todo a un tiempo. O tu fuerza acumulada, canalizada en arrebatos de furia como una onda expansiva. Lo que no  me gusta y lo que me gusta van de la mano, moldeando a conciencia el presente. Mi presente. Mi esencia. Ser tu madre...