viernes, 29 de noviembre de 2013

El premio eres tú

Cuando tu clase participó en los juegos populares del colegio, perdisteis. Tu clase de 5º que se llevó la peor puntuación de todo el centro. Los compañeros estaban apenados hasta que la seño les mostró cuan equivocados estaban, -"Nuestro premio ha sido Salva"- les dijo. Porque participaste, porque encestaste una castaña en el agujero de 3 puntos, porque corriste cuando tocaba correr y saltaste cuando tocó saltar. Porque todos te animaban y te empujaban con su cariño hasta la meta. Porque sentado en la grada gritabas ¡¡¡¡Quinto B!!!! ¡¡¡¡Quinto B!!!!

Hoy hemos celebrado el cumpleaños de tu prima, 6 años ya... Y en ese recinto espectacular con castillos hinchables, piscina de bolas, toboganes, camas elásticas... tú te afanabas en usar un nivelador, para "arreglar" la máquina de jugar a los dardos, sin quitarte los zapatos ni alejarte demasiado de mí. Hace mucho que me rendí a la evidencia y dejarte hacer, porque tú no entiendes ese barullo y yo, si me lo permites, tampoco mucho. A la hora de la tarta los más mayores se han hecho los suecos y ni siquiera han venido a soplar la vela con ella, que ha estado rodeada de los pequeños, de los de su edad... y entre ellos, tú. Dando palmas, cantando el cumpleaños feliz de Parchis, bailando, riendo... feliz.

Se me hace un nudo en la garganta cuando te veo ahí, entre niños a los que sacas una cabeza, y al mismo tiempo me enfado conmigo misma, porque debería bastarme con verte tan contento, disfrutando, ansioso por saborear la tarta... debes ser el único, junto a la cumpleañera, que anhela ese momento estelar, porque te encanta cantar cumpleaños feliz, fue lo primero con sentido que salió de tus labios, hace tanto ya...

Y a veces, sí, lo confieso... a veces, me encantaría mirarte con otros ojos, los de una madre enfadada con quien osa aburrirse a los 11 años en el cumpleaños de su primita de 6, pelearme contigo porque no quieras ir y tenga que darte mil razones de porqué es imprescindible que no faltes, que tenga que obligarte para ponerte en la foto... Pero doy un suspiro, enjugo las lágrimas antes de que salgan y pienso en lo que dijo la seño aquel día: el premio eres tú y tu poderoso don de hacernos disfrutar de las pequeñas cosas un ratito más.


lunes, 25 de noviembre de 2013

... hasta los huesos...

Me voy a quitar la sombra negra. Ya no quiero sentir más la pesadez de la carga sobre los hombros. Vamos a dejarnos llevar por todo lo bueno que nos rodea...

Cada vez que sonríes me enamoro de ti.

Cada vez que suspiras me acuerdo de cada una de tus primeras veces.

Cada vez que te duermes se posa la calma, la abrazo y disfruto.

Cada vez que despiertas aletean mil mariposas invisibles generando pequeños tsunamis en cada esquina de la casa.

Cada vez que nos hundimos renacemos juntos, retoñando como nuestro único algarrobo, poderoso en su arriate.

Cada vez que me confío me empujas, me caigo, lloro, me levanto y estando de pie compruebo que he crecido un par de milímetros.

Cada vez que tú eres tú, todos somos más nosotros mismos.

No me quedan energías creativas que no pasen por el tamiz de tu esencia. Y por eso me repito, en una suerte de rueda de hámster que nunca se agota. O a lo mejor sí que se agota pero no sabe, no puede o no quiere hacer otra cosa.

Yo ya no puedo hacer otra cosa que no sea abrazarme a la locura que suponen tus emociones. Tan mías también.

Quien te conoce te quiere... y al final eso era lo único que yo esperaba cuando te albergaba aquí dentro. Y sigues dentro pero ahora ya no ocupas el útero, sino neuronas, músculos y piel.

Vivo calada de ti... hasta los huesos...


martes, 5 de noviembre de 2013

Zombie

Nos quedan mil guerras que librar. Aunque  ya había alzado la bandera blanca, me veo arrastrando los pies por el suelo. Otra vez.

Yo quiero parar, de verdad, quiero dejar de hablar de ti como si fueras un especimen raro de la selva de Borneo. Solo quiero hablar de tu risa, de tus cantos, de tus bromas, de tus penas, de tus desilusiones. Quiero comprimir el tiempo en píldoras, tomarnos una ahora y mañana ya veremos por donde andaremos.

Si yo estoy cansada, ¿cómo debes estar tú? Que no te dejamos ser...

Vámonos, seamos un par de zombies tras un holocausto nuclear, y cantemos la canción que mejor pronuncias. Apocalíptica, demoledora, entonando como si fueras la misma Dolores...