lunes, 19 de agosto de 2013

La palabra "guepardo" de tus fichas de cartón

La promesa de un día mejor me ha sacado de la cama durante muchos años. Otro día es posible, un día sin forzar nada. Un día que fluya tranquilo, perezoso si me apuras. A veces el simple anhelo de algo inalcanzable nos saca de nuestro calvario diario, y así, uno tras otro, pasan los meses y los años...

A veces la promesa se materializa. Estaba ahí desde siempre. La materia prima de las cosas sencillas: un hermano, una cama, un juego de fichas de colores...

Oír la risa de los dos mientras él te enseña a decir "guepardo", me para en seco de la monotonía de las labores domésticas. Es divertido sentarse en una esquina de la escalera, en la penumbra, y ver como de una cosa que suena a "pagaro" pasas a "pagardo", luego a "gapardo" y al final a "pegardo"... Vale, no es guepardo, pero esa traslocación silábica es tan tuya que a mí me sirve. Igual que me sirve "raquetera" o "querreo" por carretera y recreo.

Sentir que le quitáis importancia, y seguís disfrutando de las fichas con dibujos de colores "¿Qué es esto, Salva?", "¡Una uva!", "¡muy bieeeeeennnn!, ¡mamá, miraaaaa, Salva dice perfectamente UVA!". "¿Y esto, qué es?", "un difín, ¿te acuera Eloy en la playa con el difín asul?", "sí, Salva me acuerdo muy bien, nadabas tú solito".

Ya no puedo seguir en la escalera, tengo que venir aquí a escribirlo para que no se me olvide nunca... Y cuando más interesada estoy en transformar en letras lo que apenas me brota del pecho, invadís mi espacio, para decirme que al final has aprendido a decirlo y con esa sonrisa tan tuya pronuncias "GUEPARRO".

Tres sonrisas y una palabra nueva. La meta era un día mejor, la realidad es que se ha convertido en el día perfecto.