jueves, 17 de noviembre de 2016

¿Somos agua?

No sé qué será. Dos meses sin escribir y han pasado mil cosas. Unas muy buenas, otras muy, muy buenas, y otras... ¡ay! otras para pegarles con un calcentín sudado.

Un día estuvimos en Pompeya, otro día en Roma y otro en Florencia. Fíjate, cuántas cosas hicimos... El barco nos llevó de allí para allá y tú te aferraste a las cosas que te esperaban en casa y que no estaban para calmarte. Me imagino que son tu fortaleza cuando todo cambia rápidamente alrededor de tus ojos y esa mente tuya tan intensa necesita su proceso de comprensión. Te estresaste, y aunque no pude verlo durante, lo veo ahora en el cálido después de nuestra rutina. Tus puertos seguros no son los de las costas, son los de cada minuto sabiendo qué va a pasar a continuación. No supe explicártelo...

Me enseñas a fuerza de desesperación. Perdóname, de verdad que hago lo que puedo. Dame tiempo. Dame otros 14 años más para comprender tus mecanismos. Te prometo que no voy a cejar nunca en mi empeño.

Toda una vida contigo no basta para comprender el porqué unas mañanas atesoras móviles, otras candados y llaves, otras música. Los coleccionas con afán de hormiguita.... me cuelo en ese cerebro tuyo y de puro indescifrable me imagino teorías locas. Pienso que igual acumulas por si se confabulan los astros del azar y lo pierdes todo, y te anticipas. Si lo tienes todo nunca podrás perder tu murallas, tu persona y la conexión con nuestro mundo. Este mundo al que te estamos forzando a pertenecer contranatura.

Tú no eres de este mundo. No eres de ahora, no perteneces a esta sociedad. Eres como un atlante extinto, un unicornio, el yeti, un big foot... Eres esa persona que surge cada mil y que el resto analizamos con meticulosidad y sin descanso. Que porqué haces esto, o dices aquello, o recuerdas aquello otro... ¿Para qué quiero saberlo? ¿Qué me importa si nadie lo sabe?, si yo te tuve dentro y te traje aquí... Yo sé quien eres y no hace falta saber nada más.

Perdóname. Te juro que siempre recordaré cada minuto bueno y malo. Y que cuando ya no me quepa nada más en la frente, seré yo quien navegue en la tuya para que tú recuerdes lo importante, porque el secreto es tuyo.

Solo tuyo. Solo tú sabes qué hay debajo del agua para que moje.