lunes, 26 de junio de 2017

Dejarnos fluir


Llevo tanto tiempo sin tiempo, que ahora que lo tengo se me acumula lo que decir. Porque, no te miento, he pesando bastante en dejarlo correr y parar de escribir este blog, que empezó como parte de una asignatura del grado que ahora termino, 7 años después. Pero luego pienso que no quiero dejar de escribirte este diario, para que cuando pasen los años alguien pueda contarte todo lo que tú has ido plantando en el mundo, lo que nos has hecho cambiar a los que te rodean, tocado con ese carisma que enamora...

Y es que algo tienes, hijo mío, algo mucho más poderoso de lo que yo, parte implicada de tu persona, soy capaz de entender, sino no se explica que te quieran tanto. Me lo han dicho varias veces a lo largo de este curso, tu primer curso en el instituto, que tantos comecocos me trajo el año pasado. Has hecho amigos, has conquistado corazones, has abierto puertas y has crecido como persona. Pero también ha sido el año de empezar a plantearnos dejar estar cosas que alcanzan la cima, algo que tú concedes con naturalidad y que yo, más contaminada por los cánones establecidos, he digerido de peor forma...

Porque llevo tanto tiempo empujándote a HACER, que cuando te veo tirado en el sofá con la tele puesta sin que le hagas caso, mirando el móvil sin más prisa que la de ir al baño de vez en cuando, me da un vuelco el corazón y digo "ay, no, esto no puede ser, venga hay que organizar algo...", para ipso facto, pensar "¿y por qué no?, ¿acaso no es esto lo que hace cualquier adolescente de 15 años en su primer día de vacaciones?". Es tiempo de dejar el curso natural, sin forzar, sin imponer, sin peleas matutinas... es tiempo de normalizar, de descansar y de ver pasar tu vida desde los márgenes de la maternidad observadora.

Lo que pasa, querido hijo, es que no sé si voy a saber quitarme la lupa que busca las causas de todo, en esa especie de mirada escrutadora que analiza, sopesa y ejecuta, anticipando unas veces certera y otras no tanto, las posibilidades de que acabemos a cara de perro. Llevo tanto tiempo en "firmes" que no sé pasar al "descansen" y, sin embargo, voy a hacerlo. Son mis deberes de verano: dejarnos fluir.

Nos lo merecemos.



miércoles, 8 de marzo de 2017

15 años tendrá mañana mi amor

Hoy es el día en el que estabas llamado a nacer. Fue el día elegido por la ginecóloga para hacerme la cesárea que te traería a esta parte del mundo. Y allí estábamos hace 15 años, juntos en mi cuerpo, tú y yo. Por circunstancias que ahora no vienen al caso, la cita se fue postergando y naciste el 9 de marzo, al día siguiente.

Me parece imposible que hubiera un tiempo de mi vida en que tú no estuvieras. Cada minuto de estos 15 años has copado mi pensamiento, cualquier madre podría decir lo mismo, no lo dudo... aunque tengo que decir que tengo otro hijo, tu hermano, que no ha colonizado cada neurona como haces tú, quizás porque sé que él vino para volar muy lejos de mí y desprenderse.

Todos los hijos nos cambiáis la vida, por definición. Venís a quedaros en una suerte de ruleta loca que es la sucesión de los días de una familia y lo trastornáis todo con vuestros llantos, vuestras risas, vuestras miles de primeras veces, vuestros días de colegio, de vacaciones... marcáis el ritmo del ahora y los adultos, padres dedicados, nos plegamos a esa cadencia cotidiana. Ya vendrán los días en que...

Sin embargo, yo aprendí a digerir que siempre seremos tres en casa y ahora que cumples 15 años me doy mucha más cuenta de ello. Hay quien se enfada conmigo cuando juego a adivinar el futuro, porque creen que me molesta la certeza de nuestra convivencia sempiterna. Pero no es así, no me molesta.

No me molestas. No me coartas. No me supones sacrifico alguno. No me matas, ni me muero. No me dueles. No me haces sufrir. No me incomodas. No me avergüenzas. No, no, no... tantos noes...

Tú me has hecho quien soy. Tú eres los besos. Tú eres las risas. Tú eres sentarnos a hacer tonterías. Tú eres genio. Tú eres figura. Tú llenas espacios. Tú alegras la vida. Tú destruyes mis miedos. Tú... que haces que seamos por y para ti.

Mi mundo gira por ti, desde hace hoy 15 años. El día en que estabas llamado a nacer, y que, no obstante, fue mañana.



jueves, 5 de enero de 2017

Los Reyes vienen en los caspachos


Qué suerte vivir la noche mágica de los Reyes a través de tu mirada. Nos tienes a los tres (tus padres y tu hermano) totalmente obnubilados con tu entusiasmo y ese brillo en los ojos cuando te decimos que ya vienen, que ya están aquí... alzas tus puños y literalmente vibras, con esa cara de inocencia pura.

Ya nos has organizado la tarde, con cabalgata y paseito incluidos. No quieres dejar escapar ni un gramo de magia, porque tienes que decirles a los Reyes donde vives no sea que el móvil que te has pedido y que por supuesto SABES que va a venir entre sus paquetes, se extravíe por alguna malvada razón.

Hemos hablado de Melchor, Gaspar y Baltasar, cada uno con su característica: la barba blanca, la barba marrón y la cara negra, pero es confuso, como muchas veces dices "las palabras me cuestan", y estas son palabras difíciles... hemos hablado de los camellos, que si se hacen caca en la puerta los Reyes que son muy limpios las recogerán con sus bolsas, y pasado el estupor inicial que te produjo la idea, la has acabado aceptando. Menos mal que sus majestades están en todo...

Me maravilla la naturalidad con la que Eloy ha aceptado su papel de creador de fantasías, madurando muy rápido, como siempre, para ofrecerte a ti toda la ilusión del mundo. Y no puedo evitar que me asalten cientos de demonios, severos y crueles, que me atacan diciendo "esto ya tendría que estar superado", pero luego veo esa sonrisa radiante, esos ojos llenos de pureza y me digo "¿sabes qué?, esto es un lujo que poca gente puede disfrutar".

Y no lo digo para convencerme, eres que lo eres: nuestra varita mágica de ilusión eterna. Por eso no puedo odiar la Navidad, porque culmina en la noche más especial del año y que lo seguirá siendo mucho, muchísimo tiempo más gracias a ti. Mientras te levantes la mañana del día 5 y digas, sonrisa en ristre, frases gloriosas como la de hoy "¡¡mamá, que ya vienen los Reyes en los caspachos!!"

Ahí radica la magia de tu lenguaje, que entre camello, Gaspar y Melchor has creado un método de locomoción ad hoc, solo para ti y para los que tenemos la fortuna de vivirlo contigo cada 6 de enero.