Hay detalles insignificantes que pasan desapercibidos y otros que se graban a fuego.
Recuerdo la primera vez que amaneciste llorando y te durmiste llorando. Recuerdo las tardes, eternas, contigo en brazos, descansando tu cabeza sobre mi pecho. Recuerdo las largas horas viendo los Teletubbies, o Jimmy Neutrón el niño inventor. Recuerdo aquellos días de carnaval que eran un suplicio para ti. Recuerdo que siempre has dormido con los ojos medio abiertos y que has roncado como un león. Recuerdo tus manos aferradas a las mías utilizándome como instrumento para coger cualquier cosa. Recuerdo tu monólogo plagado de "goyogoyogoyogoyogoyo" y las preguntas terminadas en "...¿goyón?". Recuerdo el habla signada que utilizábamos, sobre todo los colores.
Tus primeras palabras no las recuerdo, solo sé cuales fueron porque están escritas en uno de los mil informes clínicos. No recuerdo la primera vez que hiciste la mayoría de las cosas, solo me las sé porque las escribí. Me las sé porque hago un memorandum diario, una especie de calvario autoimpuesto para que nunca se me olvide quienes éramos y cómo llegamos hasta aquí. Suena absurdo, fustigarse por algo que escapa a tu control es una manera absurda de vivir. Pero ahí están, escondidas en alguna parte incierta entre mi frente y mi nuca.
A veces los dolores aparecen en forma de sueños, recordando que no estábamos mejor hace 10 años. Otras veces aparecen en forma de retos, en forma de espejo, como si algo muy primitivo me impidiera disfrutar del hoy. Del ahora. Alguien a quien quiero más que a mí misma me dijo hace un par de días "perdónate el pasado" (sabia mi hermana)...
Y le voy a hacer caso. Voy a empezar hoy mismo, compartiendo que ayer te oí decir algo inmensamente difícil: "mira la S, como la S de Salva". Voy a recordar desde ya y para siempre el día que dijiste, como el que no quiere la cosa, que algo empezaba con la letra de tu nombre. Voy a llenar ese lugar incierto entre la frente y la nuca de recuerdos magníficos, dándole la importancia que tienen y sacando para fuera otros enredos que me hacen soñar con pasados imposibles.
La S de tu nombre. La S de siempre. Siempre adelante.
Recuerdo la primera vez que amaneciste llorando y te durmiste llorando. Recuerdo las tardes, eternas, contigo en brazos, descansando tu cabeza sobre mi pecho. Recuerdo las largas horas viendo los Teletubbies, o Jimmy Neutrón el niño inventor. Recuerdo aquellos días de carnaval que eran un suplicio para ti. Recuerdo que siempre has dormido con los ojos medio abiertos y que has roncado como un león. Recuerdo tus manos aferradas a las mías utilizándome como instrumento para coger cualquier cosa. Recuerdo tu monólogo plagado de "goyogoyogoyogoyogoyo" y las preguntas terminadas en "...¿goyón?". Recuerdo el habla signada que utilizábamos, sobre todo los colores.
Tus primeras palabras no las recuerdo, solo sé cuales fueron porque están escritas en uno de los mil informes clínicos. No recuerdo la primera vez que hiciste la mayoría de las cosas, solo me las sé porque las escribí. Me las sé porque hago un memorandum diario, una especie de calvario autoimpuesto para que nunca se me olvide quienes éramos y cómo llegamos hasta aquí. Suena absurdo, fustigarse por algo que escapa a tu control es una manera absurda de vivir. Pero ahí están, escondidas en alguna parte incierta entre mi frente y mi nuca.
A veces los dolores aparecen en forma de sueños, recordando que no estábamos mejor hace 10 años. Otras veces aparecen en forma de retos, en forma de espejo, como si algo muy primitivo me impidiera disfrutar del hoy. Del ahora. Alguien a quien quiero más que a mí misma me dijo hace un par de días "perdónate el pasado" (sabia mi hermana)...
Y le voy a hacer caso. Voy a empezar hoy mismo, compartiendo que ayer te oí decir algo inmensamente difícil: "mira la S, como la S de Salva". Voy a recordar desde ya y para siempre el día que dijiste, como el que no quiere la cosa, que algo empezaba con la letra de tu nombre. Voy a llenar ese lugar incierto entre la frente y la nuca de recuerdos magníficos, dándole la importancia que tienen y sacando para fuera otros enredos que me hacen soñar con pasados imposibles.
La S de tu nombre. La S de siempre. Siempre adelante.