No quiero abandonar esta aventura, por eso toca decir algo, lo que sea. Y dejarme llevar por montones de ideas que se agolpan aquí dentro, en un punto incierto entre la frente y el corazón. A veces es un blog el que desencadena el proceso, otras son cartas de amigas en soportes diferentes. Mi amiga va a reconocerse, porque me lee y me comenta, es un pilar desde hace 9 años en mi vida, pero igual no se lo he dicho como debiera, igual debí ser más constante... igual...
Me inspiran sus notas en el FB. Unas porque no pienso igual que ella y por eso aprendo. Otras porque pienso exactamente igual y me asombran... otras, como la de hoy, porque me imagino así: viajando con mi marido y mis hijos y disfrutando los cuatro (en su caso cinco) de una tarde de parque de atracciones, de tapas, de paseos, de metros, buses y trenes... Porque miro a través de su ventana las cosas a las que inconscientemente renunciamos cuando la vida nos pone ante tesituras inimaginables.
Un día viajaremos con una agenda apretada de actividades, lo sé. Incluso ahora podemos hacerlo, pero condicionar a todos por cambios de humor imprevisibles, porque dejamos atrás la brocha, la llave, el móvil o el boli verde... porque no quiere dormir, comer, andar o ir hacia la izquierda, la derecha o el centro... en realidad da igual la dirección, porque él siempre tiene una idea contraria. Condicionarnos, repito, a sus no-sabemos-como-va-a-reaccionar-ante-un-cambio no compensa la tremenda ilusión que me hace llevarlos a un parque de atracciones a disfrutar. Solo eso.
Y viajar sin él no procede, señoría.
Me inspiran sus notas en el FB. Unas porque no pienso igual que ella y por eso aprendo. Otras porque pienso exactamente igual y me asombran... otras, como la de hoy, porque me imagino así: viajando con mi marido y mis hijos y disfrutando los cuatro (en su caso cinco) de una tarde de parque de atracciones, de tapas, de paseos, de metros, buses y trenes... Porque miro a través de su ventana las cosas a las que inconscientemente renunciamos cuando la vida nos pone ante tesituras inimaginables.
Un día viajaremos con una agenda apretada de actividades, lo sé. Incluso ahora podemos hacerlo, pero condicionar a todos por cambios de humor imprevisibles, porque dejamos atrás la brocha, la llave, el móvil o el boli verde... porque no quiere dormir, comer, andar o ir hacia la izquierda, la derecha o el centro... en realidad da igual la dirección, porque él siempre tiene una idea contraria. Condicionarnos, repito, a sus no-sabemos-como-va-a-reaccionar-ante-un-cambio no compensa la tremenda ilusión que me hace llevarlos a un parque de atracciones a disfrutar. Solo eso.
Y viajar sin él no procede, señoría.