lunes, 16 de enero de 2012

La resignación

Cada día aprendo algo nuevo, y si no lo aprendo hago constricción por la noche y analizo qué cosas son perdurables, qué cosas olvidables y qué momentos merecen la pena. De la criba saco un mapa: el de las emociones. Unas veces me cuesta mucho sacar algo útil, y sufro por no poder transmitir las buenas vibraciones que los que me rodean merecen. Otras la vida parece fluir apacible entre sonrisas y horas lentas y contentas, valga la rima.

El mapa de las emociones del año pasado me trajo resignación por un tubo, porque aprendí a esperar lo inesperado, a echar de menos a quien ya no volverá, a sentir que no dí todo lo que debía dar o que pedí mucho más de lo que ofrecí. Resignación curativa del alma, que me trae la certeza de que las cosas nunca serán así o "asao" , resignación para aceptar, afrontar y combatir. Resignarse no es rendirse, simplemente es hacer cotidiano lo que a priori no debería serlo.

Ejemplo de resignación es lo que ha pasado hoy en el coche camino del colegio, un Salva que se queja, pelea y parlotea incesante, resistiéndose a ir al colegio... confiriendo una absoluta normalidad a todo lo que dice porque ¿quién quiere ir al colegio un lunes de invierno que llueve y hace frío? Y un Eloy que con un grado de máxima desidia en la voz le pregunta "Salvador, hijo, ¿no te cansas?".

Y todos nos hemos reído, porque es justo lo que todos estábamos pensando. Todos excepto Salva que, por supuesto, nunca se cansa.

¿Quién me lo iba a decir a mí?, así es la vida...

2 comentarios:

  1. No tengo palabras, no tengo cercania, no tengo nada que darte. Las distancias son terribles en estos momentos, cuando lo que quisiera es achucharte, y nada más. Un beso. Enorme. Llumm.

    ResponderEliminar
  2. Tú siempre estás mi vib amada, tan cerca que casi te noto... Un beso enorme!

    ResponderEliminar