viernes, 17 de junio de 2016

Graduación

Temía que llegara hoy. Temía decir adiós a todo lo que hemos conocido hasta ahora. Acabar primaria y conmemorarlo, como si 11 años pudieran resumirse en un acto de hora y media.

Y al final no fue para tanto. Llegué, me senté y me emocioné cuando os vi subir, primero a ti y luego a tu hermano, a recoger vuestro diploma. Hasta una pequeña ovación has tenido, sin duda tu club de fans es grande y puedo decir con orgullo que me han hecho sentir lo que sientes tú todos los días: amor, respeto, comprensión...

Ya no sé ni como dar las gracias. El colegio Al-Ándalus nos ha transformado, mejorando nuestra creencia y fe en la buena gente. Dándonos el calor de una familia, no como una mera y fría institución, sino como lo que son: un equipo humano incomparable. Desde el primero al último y no nombro a nadie, no se me enfaden, solo trato de ser justa. El mejor homenaje es tenerles en nuestra memoria a todos mientras ésta aguante.

Pero hoy me vas a dejar que resalte lo que me ha faltado, porque hoy solo ha sido un día bonito a medias. Me ha faltado a la persona más importante de mi vida, que no eres tú ni tu hermano. Vosotros sois parte de mí, siempre digo que sois como mis manos o mis pies... una parte de mi cuerpo que un día cobró vida y que ahora sois dos muchachos al borde de la adolescencia... bueno, tú no estás al borde de la adolescencia, tú ya lo eres de pleno derecho. Y como parte de mí misma, os siento de forma inherente a mi cuerpo, ¿cómo no voy a querer a mi corazón o a mis ojos? 

Por eso puedo decir sin temor a equivocarme que  la persona más importante de mi vida es la  que hace posible cada minuto de mi día a día. Quien me mira a los ojos y sabe.  

Sabe quien soy, quien fui y quien seré. Mira y calla. Con silencios que me exasperan y que a la vez me dan calma. 

Sabe nuestra historia y la de cada uno de los minutos de las vuestras. Os miro y os veo en él, porque sois él.

Hoy no ha podido cogerme la mano, como tantas otras veces, como todos los días hermosos y menos hermosos que hemos compartido. Y decir que todo ha sido perfecto no hace justicia a la soledad de no sentir su mano, su abrazo y su silencio.

Por eso le dedico el blog de hoy...  porque merece estar aun cuando siempre está. Y porque decir que le he echado de menos no es suficiente.

Te queremos Salvador, papá.




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