Hoy es el día en el que estabas llamado a nacer. Fue el día elegido por la ginecóloga para hacerme la cesárea que te traería a esta parte del mundo. Y allí estábamos hace 15 años, juntos en mi cuerpo, tú y yo. Por circunstancias que ahora no vienen al caso, la cita se fue postergando y naciste el 9 de marzo, al día siguiente.
Me parece imposible que hubiera un tiempo de mi vida en que tú no estuvieras. Cada minuto de estos 15 años has copado mi pensamiento, cualquier madre podría decir lo mismo, no lo dudo... aunque tengo que decir que tengo otro hijo, tu hermano, que no ha colonizado cada neurona como haces tú, quizás porque sé que él vino para volar muy lejos de mí y desprenderse.
Todos los hijos nos cambiáis la vida, por definición. Venís a quedaros en una suerte de ruleta loca que es la sucesión de los días de una familia y lo trastornáis todo con vuestros llantos, vuestras risas, vuestras miles de primeras veces, vuestros días de colegio, de vacaciones... marcáis el ritmo del ahora y los adultos, padres dedicados, nos plegamos a esa cadencia cotidiana. Ya vendrán los días en que...
Sin embargo, yo aprendí a digerir que siempre seremos tres en casa y ahora que cumples 15 años me doy mucha más cuenta de ello. Hay quien se enfada conmigo cuando juego a adivinar el futuro, porque creen que me molesta la certeza de nuestra convivencia sempiterna. Pero no es así, no me molesta.
No me molestas. No me coartas. No me supones sacrifico alguno. No me matas, ni me muero. No me dueles. No me haces sufrir. No me incomodas. No me avergüenzas. No, no, no... tantos noes...
Tú me has hecho quien soy. Tú eres los besos. Tú eres las risas. Tú eres sentarnos a hacer tonterías. Tú eres genio. Tú eres figura. Tú llenas espacios. Tú alegras la vida. Tú destruyes mis miedos. Tú... que haces que seamos por y para ti.
Mi mundo gira por ti, desde hace hoy 15 años. El día en que estabas llamado a nacer, y que, no obstante, fue mañana.
Me parece imposible que hubiera un tiempo de mi vida en que tú no estuvieras. Cada minuto de estos 15 años has copado mi pensamiento, cualquier madre podría decir lo mismo, no lo dudo... aunque tengo que decir que tengo otro hijo, tu hermano, que no ha colonizado cada neurona como haces tú, quizás porque sé que él vino para volar muy lejos de mí y desprenderse.
Todos los hijos nos cambiáis la vida, por definición. Venís a quedaros en una suerte de ruleta loca que es la sucesión de los días de una familia y lo trastornáis todo con vuestros llantos, vuestras risas, vuestras miles de primeras veces, vuestros días de colegio, de vacaciones... marcáis el ritmo del ahora y los adultos, padres dedicados, nos plegamos a esa cadencia cotidiana. Ya vendrán los días en que...
Sin embargo, yo aprendí a digerir que siempre seremos tres en casa y ahora que cumples 15 años me doy mucha más cuenta de ello. Hay quien se enfada conmigo cuando juego a adivinar el futuro, porque creen que me molesta la certeza de nuestra convivencia sempiterna. Pero no es así, no me molesta.
No me molestas. No me coartas. No me supones sacrifico alguno. No me matas, ni me muero. No me dueles. No me haces sufrir. No me incomodas. No me avergüenzas. No, no, no... tantos noes...
Tú me has hecho quien soy. Tú eres los besos. Tú eres las risas. Tú eres sentarnos a hacer tonterías. Tú eres genio. Tú eres figura. Tú llenas espacios. Tú alegras la vida. Tú destruyes mis miedos. Tú... que haces que seamos por y para ti.
Mi mundo gira por ti, desde hace hoy 15 años. El día en que estabas llamado a nacer, y que, no obstante, fue mañana.