Salvador odia la lluvia. Y aunque este otoño se ha hecho de rogar, finalmente ha hecho acto de aparición. Las consecuencias de algo tan sencillo y necesario van mucho más allá de lo que los meteorólogos, agricultores o ecologistas pueden suponer... Para un niño de 9 años que odia la lluvia y que no entiende que yo no puedo apagarla por mucho que lo implore, supone una auténtica tragedia.
Haces acopio de paciencia, de recursos psicológicos, de valor y resistencia y le explicas una y otra vez que la lluvia se apaga sola, que el sol saldrá y secará las paredes, que no es necesario que salga a la calle con la fregona... Poco a poco (muy poco a poco) se calma y se resigna, más o menos. Y entonces empieza la magia...
Coge una pequeña herramienta de plástico (un martillo, unos alicates o lo que sea) y juega a darle pequeños toquecitos a las bombillas, suavemente "mía mamá, toy areglando" y yo sonrío distraída, le digo que muchas gracias por arreglarlo todo y sigo a lo mío... "mía mamá, ahora e' rosa" y yo no sé muy bien a qué se refiere...
Rosa aquí, azul allá... et voilà! Con sus ojos de inocencia infinita ve luces de colores por toda la casa y tras unos minutos de desconcierto, nos miramos todos y asentimos "¡¡Es verdad!!, ¡¡qué luces tan bonitas!!". La magia de un día de otoño lluvioso transformada en alucinación colectiva. Porque al final nos dejamos arrastrar a un universo paralelo donde todos vemos sus luces, maravillosas, de colores.
Haces acopio de paciencia, de recursos psicológicos, de valor y resistencia y le explicas una y otra vez que la lluvia se apaga sola, que el sol saldrá y secará las paredes, que no es necesario que salga a la calle con la fregona... Poco a poco (muy poco a poco) se calma y se resigna, más o menos. Y entonces empieza la magia...
Coge una pequeña herramienta de plástico (un martillo, unos alicates o lo que sea) y juega a darle pequeños toquecitos a las bombillas, suavemente "mía mamá, toy areglando" y yo sonrío distraída, le digo que muchas gracias por arreglarlo todo y sigo a lo mío... "mía mamá, ahora e' rosa" y yo no sé muy bien a qué se refiere...
Rosa aquí, azul allá... et voilà! Con sus ojos de inocencia infinita ve luces de colores por toda la casa y tras unos minutos de desconcierto, nos miramos todos y asentimos "¡¡Es verdad!!, ¡¡qué luces tan bonitas!!". La magia de un día de otoño lluvioso transformada en alucinación colectiva. Porque al final nos dejamos arrastrar a un universo paralelo donde todos vemos sus luces, maravillosas, de colores.
Muchas veces la magia está ahí, y necesitamos unos ojos que nos ayuden a verla. Un beso.
ResponderEliminarEs posible que ya hayamos compartido esta escena, pero me gusta tanto, y hoy parece hecha a medida.... Es quizás un trocito de futuro, quizás un día, baileis bajo la lluvia...
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=V5n0jx0qOsc
llumm