lunes, 25 de noviembre de 2013

... hasta los huesos...

Me voy a quitar la sombra negra. Ya no quiero sentir más la pesadez de la carga sobre los hombros. Vamos a dejarnos llevar por todo lo bueno que nos rodea...

Cada vez que sonríes me enamoro de ti.

Cada vez que suspiras me acuerdo de cada una de tus primeras veces.

Cada vez que te duermes se posa la calma, la abrazo y disfruto.

Cada vez que despiertas aletean mil mariposas invisibles generando pequeños tsunamis en cada esquina de la casa.

Cada vez que nos hundimos renacemos juntos, retoñando como nuestro único algarrobo, poderoso en su arriate.

Cada vez que me confío me empujas, me caigo, lloro, me levanto y estando de pie compruebo que he crecido un par de milímetros.

Cada vez que tú eres tú, todos somos más nosotros mismos.

No me quedan energías creativas que no pasen por el tamiz de tu esencia. Y por eso me repito, en una suerte de rueda de hámster que nunca se agota. O a lo mejor sí que se agota pero no sabe, no puede o no quiere hacer otra cosa.

Yo ya no puedo hacer otra cosa que no sea abrazarme a la locura que suponen tus emociones. Tan mías también.

Quien te conoce te quiere... y al final eso era lo único que yo esperaba cuando te albergaba aquí dentro. Y sigues dentro pero ahora ya no ocupas el útero, sino neuronas, músculos y piel.

Vivo calada de ti... hasta los huesos...


1 comentario:

  1. Es precioso.
    Vivís el uno por para y a través del otro.

    Un beso de tu Peichuca

    ResponderEliminar