Escribí esto este verano y seguramente algunas de las personas que me frecuentan por aquí se cansen un poco de este intento de podcast porque ya les es conocido.
Pero quería intentar hacer algo con la voz y no morir de la vergüenza. Sin más os dejo una reflexión en voz alta (nunca mejor dicho) de la relación tan particular que mantengo con mi hijo Salvador y su singular carácter.
Me encanta oir tu voz, esa voz andaluza, dulce, tierna, explicando los colores a quienes tenemos la suerte de no necesitar definirlos, ni reconocerlos.
ResponderEliminarY eso que reconocerás que he hecho un esfuerzo de dicción importante ;)
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