viernes, 5 de noviembre de 2010

Los hermanos

En la estupenda guía de Valentín Lacalle "Discapacidad Intelectual: una guía práctica" hay todo un apartado dedicado a hablar sobre los hermanos. Dice textualmente:

Los hermanos del hijo con discapacidad generalmente son las personas que más sufren el aislamiento y la presión de la situación. Esto se debe a que por su edad no suelen contar con los recursos personales para asimilarla, y además suelen quedar al margen de los apoyos que sí cuentan los padres (...)

Sentimientos como los celos, la ira, la vergüenza y la culpa, en el caso de los hermanos de personas discapacitadas acompañan a otros "positivos", como el afán de protección, el cariño, el orgullo y la generosidad.


Qué verdad tan grande... Mi hijo pequeño con solo 6 años nos da lecciones de vida continuamente, por ejemplo, a principios de este verano Eloy me sorprendió con un "mamá, ¿sabes que hay un sitio super chulo que se llama la biblioteca?". Prometí llevarle pero entre playa, piscina y calor intenso lo fuimos postergando hasta que empezamos la rutina de ir a la logopeda en Septiembre. Aprovechando los 3/4 de hora sin-Salvador, me llevé al peque a la Biblioteca. Leimos un par de cuentos "Jaime y las bellotas" y "Renato", miramos muchos más, imagino lo que debió sentir al entrar allí, un mundo de silencio y montones de libros de colores, lo imagino porque yo también lo sentí en mi primera vez allí... Incluso le hice su carné y cuando tocó marcharnos mirábamos uno sobre el espacio, me dijo que era su preferido y que cada día que fueramos lo iba a leer. No quise contarle que tenía una vida entera para enamorarse de miles de libros, de historias, de aventuras... prefiero que lo descubra solo. Salimos corriendo , con el tiempo pegado a los talones porque se nos pasó la hora de recoger a Salvador que ya nos esperaba con su sonrisa de trabajador que ha finalizado su jornada de éxitos laborales... distinguir el 3 del 5 con su particular manera de percibir el mundo es un éxito, digan lo que digan. Pero antes de llegar a la carrera cruzando la Plaza a toda prisa para no hacerle esperar más de la cuenta, Eloy me enseñó que es un alma vieja en un cuerpo pequeñito... Cogido de mi mano y corriendo a mi vera me soltó un :"qué pena que Salvador no puede venir a la bilioteca, ¿eh, mamá?", le dije "¿lo dices por el silencio?", y me contestó, "sí, por eso... él se pondría a chillar y nos regañarían". Tragué saliva y seguí corriendo hacia (precisamente) Salvador.

2 comentarios:

  1. joder niña, es tan tremendo que Eloy sienta esas cosas, y tan injusto que tenga que sentirlas.
    (como ves, no he cambiado de opinión).

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  2. Los niños suelen dejarnos "de piedra" mas veces de las que podríamos llegar a pensar.

    Yolanda tiene toda la razón, la infancia de un niño debería ser una burbuja donde todo fuera perfecto, pero en un mundo imperfecto ¿que cabe esperar?

    Un saludo.

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