martes, 18 de diciembre de 2012

Sobre el amor y otras pequeñeces como la Navidad

Estoy convencida de que el amor está relacionado con tocarse mucho. De los tocamientos impuros hablaremos (o no) otro día, hoy solo hablaremos del amor necesitado de contacto, de abrazos, de besos, de caricias, de afecto. De ese amor puro e innato que no te enseñan en ninguna parte, sino del que sientes porque sí, incluso mucho antes de saber ponerle un nombre a lo que sientes. Amor incondicional, del que se enfada y hace que odies un poco al que amas cuando te enfadas. Del que hace desaparecer tu rencor en milésimas de segundo en la misma proporción. Las personas que se quieren mucho se abrazan mucho, se necesitan mucho, de pensamiento o de acción. Y hay amores que nacen para ser contemplados y aprender de ellos. Doy gracias a Charles y Vincent Chevalier (hermanos ellos) por sus esfuerzos para que más de 100 años después madres como yo pudieran captar momentos como este.

Este es mi regalo para los que nos veis. Por un 2013 que esté lleno de amor y de abrazos. Por un 2013 infinitamente mejor...


lunes, 19 de noviembre de 2012

El universo es una fiesta

Pongamos que se conjugan los astros y de repente conquistamos el mundo. Tú serías el capitán de un ejército de herramientas hablanchinas y yo tu súbdita más fiel. O la mano derecha que organizara con férrea destreza la rebelión de tus auriculares. Saltaríamos de dos en dos los días de lluvia, hoy sí, hoy no... y solo saldríamos cuando ordenara su majestad. O sea, tú. Nadie nos impondría más rutina que la que dictase nuestro (propio)  sentido común y viviríamos en la parte del globo donde no hubiera una borrasca. Hoy Pernambuco, mañana Fernando Poo, ¿y pasado?, no sé, el Polo Norte... Tendríamos a todos los perros del mundo a nuestro servicio y le pediríamos a Eloy que los cuidara, que nos cuidara, que diera riendas a nuestra imaginación inventando canciones sin sentido, como solo él sabe. Nos reiríamos tanto...

Pero espera, espera... ya existe ese mundo. Es solo nuestro, está en el número 60 de una calle cualquiera. Solo que las más de las veces no es un paraíso perfecto, sino que es justo lo que muchos catalogarían como lo contrario. Y no lo cambio, ¿para qué? Imaginar mil formas de regañar a la lluvia no es algo al alcance de cualquiera, ni jugar con perros inexistentes, reconocer las herramientas por el color de su plástico o montar una fiesta porque hemos arreglado el termo del agua caliente.

De los mundos más complejos surgen las verdades más sencillas. Si te llevara la corriente, ¿dónde estaríamos hoy? No quiero saberlo, simplemente nos dejaremos hacer por el aparente caos de tu microuniverso. 

lunes, 22 de octubre de 2012

... sino estelas en la mar...


Voy a contarle al mundo el día en el que te hiciste mayor. Ese día en que, estando de vacaciones, cogiste el ascensor, fuiste hasta la segunda planta, insertaste la tarjeta-llave en su lugar y recogiste lo que necesitabas de la habitación. Luego regresaste al punto de origen. Solo, todo lo hiciste solo.

¿Te hiciste mayor tú o me hice mayor yo? Tantas veces que quise que cortaras el cordón umbilical y era yo la que te tenía escondidas las tijeras.

También quiero contarle al mundo el día en el que bailaste con un ejército de abuelos yeyés. Que si la abuela fuma, que si el gallo canta, que si no rompas más mi pobre corazón… No hubo baile que se te resistiera, que hasta agarraste a una moza y no la soltaste.

Y me vine pensando que no sabíamos su nombre… pero tú si lo sabías, porque hablaste con ella. ¿Cuándo fue que empezaste a aprender sin mí?

Tú ya no lo recuerdas (o quizás sí, quién sabe) pero hace 9 años pusiste una bandera en la cima de esta familia, culminaste unas vacaciones llorando. Desde ese momento salir contigo era fatigoso, salir sin ti una cruz de la que mal me repongo.

Hasta hoy. Que hasta la lluvia en Huelva te pareció buena, las horas ociosas de lectura, la playa y sus bichos, caminar, caminar y caminar por Sevilla… Pocas quejas, nada de enfados y una sola lágrima, y era mía.

Se me escapó cuando te miraba en la distancia siendo uno más en la pista de baile. Tu padre cogió mi mano y respiré hondo. Te haces mayor, Salva, aunque a veces me resisto a creerlo.

miércoles, 10 de octubre de 2012

Otoño

Si de poesía va... oírte decir mi nombre.
Si de filosofía va... aprender a no juzgarte.
Si de creencias va... mi credo está en tu sonrisa.
Si de esperanzas va... no hay demasiados mañanas.

Cada paso que das en la dirección que sea, levanta una polvareda que enreda mi mirada. La firmeza de mi esencia se desvanece con cada sílaba perfilada de tu puño y letra. Yo que creía que no podría, jamás. Y aquí estamos. Me caigo y te ríes, y yo me río, siempre contigo. A solas prefiero ser ave que te llevara lejos a otro mundo, otros mundos, otras tierras, otros sueños, otras realidades.

Si de palabras va... ser tu madre.
Si de sueños va... que seas mi hijo.
Si de realidades va... el mundo no te merece.
Si de batallas va... dame la mano, que nos vamos.


martes, 11 de septiembre de 2012

Flores de este mundo

En algún momento del pasado incierto a alguien se le ocurrió regalar flores para hacer sonreir, para pedir perdón o para demostrar amor... Un acto sencillo se convirtió en una parafernalia con sus fechas señaladas: el día de los enamorados, el de los difuntos, el de la boda, el del nacimiento, cumpleaños...

Un día a (otro) alguien se le ocurrió regalarle un ramo de flores a otra persona como señal de gratitud, por los servicios prestados, por el trabajo bien hecho, por el tiempo compartido... Después a alguien se le ocurrió que poner una floristería sería un negocio, y acertó. Flores mejoradas por selección, con técnicas milenarias de cultivo/reproducción en condiciones cerradas y concretas. De la rosa silvestre a las rosas actuales hay todo un abismo genético y cultural que les hace parecerse como un huevo a una castaña. 

Son flores de otro mundo. Perfectas, iguales, hermosas por definición, pero que han perdido esa espontaneidad de quien, quizás jugando a las casitas, recogió un ramillete de violetas silvestres y se la ofreció a un compañero de juegos, a un gato, o al panadero de la esquina.

Ayer mi hijo decidió obsequiar a su seño con una rama de algarrobo, "pa que Miágeles la pona en su maceta". Un acto fortuito y hermoso de una flor de este mundo. El mundo de las personas reales con flores que no son flores, sino ramas de infinitas posibilidades azarosas. Como la vida misma.

Quizás dentro de 100 años el primer día de cole se festeje con una rama de algarrobo como señal de confianza en el otro, una señal de que entrar en el aula ofreciendo lo que se tiene es la mejor manera de recibir lo bueno de los demás.

Comienza un curso nuevo. Feliz día del algarrobo.

miércoles, 29 de agosto de 2012

La ternura

Dormías a mi lado. Poco y mal, como sueles. Te mueves, te rascas, suspiras, respiras... al final dejo de abrazarte en un esfuerzo por hacer otro bis a bis con Morfeo, arañando el final de las vacaciones. Ya no aguantas más, te levantas y te vas.

Molesta, y tras unos minutos de intensa lucha por despegarme de la almohada, hago lo mismo, y salgo en tu búsqueda. Ya nos conocemos demasiado bien como para saber que la casa a solas y tú  no sois buena combinación.

Y ahí estás, tumbado en el sofá, con el mando en la mano mirando la nieve de la tele que no acaba de sintonizar... Compungido me dices que está rota y yo, mágica por exposición a ti durante estos 10 años, con un solo click sintonizo "La casa de Mickey Mouse".

Empiezas a obedecer a Mickey que quiere llevar un pajarito rojo de vuelta a su hogar, le das "uvas" al pajarito, llamas a Doodles, cuentas hasta tres, ríes, apremias, conduces y eliges.

A mí, sin que apenas se note, me implosiona el pecho. Una onda de calor y ternura sin parangón brota de todas partes y me transporta flotando hasta el ordenador, para decirle al mundo lo que siento.

Deberías estar disfrutando de la entrada del Málaga en la champions, o estar excitado porque empiezas 5º de primaria, pelearte con tu hermano por la wii o negarte rotundamente a cambiarte el bañador en público. Y sin embargo, aquí estamos viendo a Mickey Mouse. Puede que debiera entristecerme por todo lo que no eres, pero sé lo mucho que te ha costado entender que los dibujos te hablan a ti. Así que hoy celebraremos este gran triunfo. Porque eso sí que es una victoria, lo del Málaga que lo celebren los demás...


lunes, 13 de agosto de 2012

Hoy una súplica

Perdóname. Por haberte sacado a este mundo, que te juzga y me hiere. Que me impide avanzar siendo más madre, que me limita y me agota, que me hace humana. Tú no necesitas una madre humana, necesitas la fuerza de mil titanes. Yo pierdo la fuerza, la paciencia y hay días en que el amor se me escapa corriendo por los cuatro costados. Perdóname por romper el cordón umbilical, porque tú te sientes aun como parte mía y yo quiero, me empeño, en darte unas alas enormes y unas tijeras aun más enormes que corten ese cordón. Lo siento. Porque quiero a ratos que seas de otra forma y esa querencia absurda me consume, porque de alguna forma eres ese trozo de mí que nunca perdió la inocencia, eres el reflejo de una infancia que ya casi no recuerdo. Tu pureza, tu sencillez... en lugar de admirarla y protegerla me empeño en ensuciarla y en complicarla cada día exigiéndote un poco más. Más allá de ti mismo, de tu comprensión, de tu tolerancia, de tu capacidad de entrega, de tu risa fácil y tu llanto aun más fácil. Porque te quiero y me duele no ser la persona que mereces. Porque te hago daño y me hago daño. Son heridas que no se ven y que tú olvidas en una fracción de segundo, lo que tardas en preguntarme, de nuevo, si te quiero mucho. A mí las heridas me duran mucho más, soy un viejo reloj oxidado y roto que ha olvidado ajustarse a ti. Soy yo la que tiene que cambiar. Soy yo la que no comprende nada. Soy yo la que te necesita para respirar. Perdóname. Mil veces más, hoy más que nunca.

jueves, 26 de julio de 2012

Te veo...

... y me sorprende que los demás no te vean. Algunos solo son capaces de quedarse con la etiqueta,  yo veo dentro de ti. La pugna de las palabras por filtrarse de tu cerebro a tus labios, el avance progresivo de tus dedos por hacer y deshacer, aprendiendo cada día desde el principio, desde el pantalón del pijama hasta los zapatos. Veo tu historia, desde que abriste los ojos en el mismo segundo que saliste de mi vientre hasta esta mañana cuando te dije adiós en la puerta del cole... cada día, cada momento, veo tu historia que es también la mía.

No dejo de preguntarme qué podría hacer para que los demás te vieran como lo hago yo, y entonces me tropiezo con la realidad de mi voz: todos nos escuchamos de una forma y los demás nos escuchan de otra. No puedo hacer nada para que los demás me oigan como yo lo hago, y de igual forma no puedo hacer nada por dividirte de mi cuerpo y que los demás vean quien eres... cómo lloras cuando Puko se despide de Nobita, cómo roncas cuando estás profundamente dormido, con esos enormes ojos entreabiertos, jamás cerrados del todo... Porque tú sí que nos ves a todos, ves en nuestras almas e incluso hay quien dice que ves un poco más allá.

Por eso me hieren los adjetivos que simplifican. Ni 'malito', ni especial, ni diferente. Entiendo que la ignorancia es osada, no debería dolerme. Pero me duele, todavía me duele. Porque yo te veo, y no concibo un mundo que no lo haga igual que yo.

sábado, 7 de julio de 2012

Lo que siempre quise decir y no tuve ocasión.

No quiero hablar de recuerdos, de como empezamos, ni de como hemos llegado aquí. No quiero darte las gracias por aguantarme, por sujetarme, por animarme o empujarme en cada bache del camino, mejor que nadie sabes cuántos y qué duros han sido. No quiero centrarme en tus virtudes , ni en tus defectos que, aunque muchos no lo crean, los tienes, pequeños, pero ahí están. No quiero hacerte promesas de amor y eternidad que suenen a eco en este folio en blanco.

No quiero, ni puedo, porque todo eso ya lo sabes. Mi esfuerzo en esta relación se basa en  que lo sientas a cada paso que damos, en que cada bajada en nuestro nivel de tolerancia mutua se acompañe de una subida más alta que la anterior, aun a sabiendas de que la caída puede ser tremenda.

Ayer te pregunté qué era lo mejor de estos 20 años juntos, no dudaste ni un segundo para decir "nuestros hijos". Ese eres tú: el padre que ha soportado con entereza toda esta locura de médicos, especialistas, terapias, pruebas... tanto dolor que jamás dejó translucir tu rostro, el rostro que veo cada mañana y que me hace sentir fuerte.

Tú eres mi fuerza, tú eres quien está dictando a cada segundo de nuestras vidas cual es el camino correcto. Yo soy la cara visible, la madre que todos ven llevar estoicamente la lucha de nuestro hijo mágico. Pero eres tú quien recoje cada lágrima, cada desesperación y cada dolor. Eres quien me da aliento cada día, aunque tú no lo sepas y yo no lo diga... tu sola presencia me vale.

No voy a darte las gracias por mucho que las merezcas. Porque aquí estamos 20 años después, juntos, como ambos elegimos. Y eso no se agradece, eso se disfruta.

viernes, 22 de junio de 2012

Fin de curso

Hoy voy a confesar (al más puro estilo pantojil) que me aterrorizan los finales de curso, me da miedo romper con la rutina, me asusta preguntarme qué será de nosotros el año que viene. Contra qué molinos tendré que pelearme esta vez, reales o imaginarios, propios o ajenos... siempre hay algún gigante agazapado en forma de beca de NEE, de terapias, de rabietas, de profesores nuevos que no nos conocen... Este año ha sido sencillo, porque nos ha rodeado gente auténtica, de las que se han molestado en ocupar un ratito de su tiempo para conocer a mi Salva, a mi niño mágico, y entenderle.

Este curso que se ha cerrado hoy nos ha traído de la mano  a gente maravillosa, de las que enriquecen nuestras vidas: Alfonso, Anabel, Encarna, Estefanía, Lourdes... Intentar separarles por partes en nuestra trayectoria vital se me hace complicado, conforman un todo. Han sido el presente de un año donde los progresos que ellos han contribuido a alcanzar se mezclan con otros de base que previamente consiguieron las personas que estuvieron antes: Vanessa, Mari Carmen, Paqui...


Mi Salva expresa todo esto que siento ahora mismo mucho mejor que yo, porque él no necesita palabras, ni la seguridad que ofrece una pantalla en blanco para soltar un chorro de letras escritas que resuman, a duras penas, todo lo que quiero decir. A él le vale con mirarte, sonrisa en ristre, y decir "te quiero", y darte un beso y pedir perdón, dar las gracias o las "de nada" según se tercia.

Así que creo que hoy de forma muy excepcional puedo tomar prestada su carita y mostraros su felicidad que también es la mía. Y con ello siento aún más miedo, temo que los siguientes no os lleguen a la altura. Por todo eso y por mucho más, esta sonrisa también es vuestra, GRACIAS.



miércoles, 13 de junio de 2012

Futuro será...

Hace unos días personas a  las que considero de opinión puramente objetiva (y muy válida) me dijeron que yo debía ser una persona con una entereza mental muy fuerte. Lo llevo meditando desde entonces. Es verdad que a lo largo de todos estos años han intentado bajarnos a golpes de nuestro progreso lineal, nos han querido hacer creer que las cosas son mucho más complicadas de lo que de por sí son. Nunca lo he tomado como una ofensa, simplemente no les he creído. Y he seguido adelante, por el mismo camino.

Puede que hubiera caminos más rápidos, más caros y eficaces. Puede que sí, pero no considero que lo hayamos hecho mal. Simplemente hemos querido acoplar nuestra particularidad familiar a nuestra forma de ser. Lo que hacemos se ajusta a nosotros y además hace que nuestro hijo avance. Avances que veo, que todos vemos: saltar con los pies juntos, escribir su nombre, no necesitar pañal, expresarse, querernos... Yo no creo en la ameba que algunos se  empeñan en mostrarnos, creo en lo que veo. Y lo que veo es que detrás de cada paso hay muchos intentos de poner un pie delante del otro, pero al final los pasos se dan...

Algunas veces, alguien me ha dicho "yo no podría". Sí, TÚ sí podrías. Recuerda que las madres/padres de niños especiales  no somos diferentes, solo son las circunstancias las que nos hacen creer en lo que vemos. Yo he decidido ver futuro, ¿y tú?

jueves, 24 de mayo de 2012

De hija a madre sin anestesia.

Hoy he leído una frase en el feisbuk de una amiga y me ha recordado al siempre evocador Khalil Gibran. Cuando yo era jovencita un poema suyo decoraba la pared de mi habitación, y como  buena adolescente, "hija incomprendida", lo repetía hasta el aburrimiento como una especie de mantra, para que me sacara del pozo de la incomprensión que me rodeaba.

Más de 20 años después la madre soy yo, y como tal mi misión es usar el arco y lanzar a mis hijos-flechas al mundo. Nadie me dijo que la transición de hija a madre iba a ser tan dura, bueno, miento... me lo avisaron mis padres, pero ahora que lo pienso la que no les comprendía a ellos era yo... Os dejo con Gibran:

"Tus hijos no son tus hijos
son hijos e hijas de la vida
deseosa de si misma.
No vienen de ti, sino a través de ti
y aunque estén contigo
no te pertenecen.


Puedes darles tu amor,
pero no tus pensamientos, pues,
ellos tienen sus propios pensamientos.
Puedes abrigar sus cuerpos,
pero no sus almas, porque ellas,
viven en la casa del mañana,
que no puedes visitar
ni siquiera en sueños.


Puedes esforzarte en ser como ellos,
pero no procures hacerlos semejantes a ti
porque la vida no retrocede,
ni se detiene en el ayer.


Tú eres el arco del cual, tus hijos
como flechas vivas son lanzados.
Deja que la inclinación
en tu mano de arquero
sea para la felicidad."

lunes, 14 de mayo de 2012

Si de medallas va...

La cantidad de gente que hay en el mundo que se autoimpone medallas es solamente proporcional al tamaño de sus egos. Gente que desconoce el verdadero significado de lucha, de adversidad, de barrera. Gente que alcanza la cima en helicóptero porque tuvo la suerte (o la desgracia, aun no lo tengo claro) de haber nacido con las conexiones cerebrales justas para estar en el momento justo y en el lugar exacto.

No se me escapa que los hay que lloramos con un solo ojo, mirar alrededor con la mente abierta nos descubre realidades devastadoras que poco o nada tienen que ver con ser más, menos o del montón. Soy consciente que aun viviendo en la parte chunga de la campana de Gauss mi hijo es un privilegiado, porque ha nacido aquí y ahora. Los que le llevamos de la mano solo procuramos lo que yo creo que cada padre en este mundo desearía para su hijo: que sea feliz.

Podría haber ganado miles de medallas a lo largo de sus 10 años de vida: por salir del pozo del silencio, por aprender a relacionarse con la gente, por regalar besos a quien está lo suficientemente cerca para recibirlos, por aprender a escribir su nombre, a masticar, a sonarse la nariz, a ducharse solo, a desvestirse, a ponerse los zapatos, a distinguir la derecha de la izquierda... tantas, tantas medallas que habría una pared entera de mi casa dedicada a él.

La cuestión es que hoy ha ganado una: a la participación deportiva. Y la luce orgulloso. Mi obligación es gritarlo a los cuatro vientos, y enseñarla. Mostrarle al mundo que el trabajo de años tiene recompensa, porque esa medalla tan brillante no es de oro, es de sangre, sudor y lágrimas.


domingo, 6 de mayo de 2012

Saltadora mortal sin red

     Contadora de cuentos. Inventora de mentiras piadosas. Domadora de un ejército de piojos. Observadora de noches sin sueño y días sin probar bocado. Alumna en la academia de las bofetadas de la vida. Sostén de cabezas. Sargento en varios frentes. Pareja. Hija. Hermana. Amiga. Estudiante. Trabajadora. Transformadora de tacos en palabras: del  moño, del miércoles, de la hija de la fruta. Escaladora de valles. Culminadora de cimas. Creyente a ratos.
    Que me humea la frente en  los días primos, de soledades que ya no vuelven. Ni para mí las quiero.
     Electora sin fortuna. Afortunada de tener. Cantaora y cantarina. Bailaora que da el compás.
     Inventé la vida tal y como me vino. Jugando lo que me quedaba aposté sobre seguro. Y  gané: dos ases y un comodín.
     Y desde entonces soy reina de un imperio enano. O profeta en mi casa, donde aletea por el techo mi alma.
     Pero que no soy madre, no. Que yo solo doy saltos mortales sin red.

jueves, 19 de abril de 2012

Tardes de cuore, maroon 5 y terapia

Dentro de muchos años, cuando me decida a dejarme las canas al natural y las recoja en un moñete de abuela, miraré atrás y recordaré las tardes de los jueves con cariño. Ahora mismo, incluso, empiezo a apreciar la necesidad de mis tardes a solas de jueves. En ellas me siento durante dos largas horas en mi coche, con una revista de cotilleos-moda-entretenimientosindarlevueltasalcerebro, mi "Songs about Jane" y lo que me depare el tiempo... Unas veces me doy vueltas por las tiendas, si me llega el presupuesto me compro algo, o le compro algo a alguien... Consumismo en estado puro. Otras me llaman por teléfono y hablo como si en realidad sentara las bases de alguna cátedra, y me escuchan, y parece que lo que digo es importante.

Hoy ha sido una de esas tardes precisamente, lo malo es que tenía delante unos pantalones que hace tiempo quiero probarme, para ver si no parezco con ellos la prima hermana del elefante muerto del Rey y comprarlos cuando los hados sean propicios... Comprus interruptus total, suena el teléfono y me paso los siguientes 35 minutos hablando sobre escolarización, prácticas aberrantes y las implicaciones futuras. Y me he sentido hasta útil. Curioso.

¿Qué es lo que me trajo hasta aquí?, un diagnóstico. ¿Quién en su sano juicio querría estar en mi lugar?, posiblemente nadie. ¿Quién ha aprendido a disfrutar de sus tardes de jueves en otra ciudad?, yo. Porque el problema es mio y me lo como  como quiero.

Y ahora que me caigan 50 años más de condena, que yo ya no me siento diferente, puedo ser tan insustancial como cualquiera...

domingo, 8 de abril de 2012

Antonimia poética entre sinfonías y llaves


Hay quien nace con el don de la música. Como Mozart. El chiquillo cogía un papel y una pluma y te componía una cancioncilla de la época, con sus pentagramas, sus Soles y sus Bemoles, criptografía humana para el grueso de los mortales. No sabemos qué habría hecho un orientador escolar de hoy día con un niñito como el joven Wolfgang Amadeus, lo mismo le subiría de golpe tres cursos o con un poco de "suerte" lo mandaba al aula específica, para ver si aprendía a relacionarse mejor quehayqueverlamaníaquetieneestechiquilloconlamúsica... Ya me imagino a su madre desesperadita la criatura, buscando normalizar la situación, que ni calvo ni con tres pelucas, ¡oiga!, pero esa es otra historia que contaré otro día.

La cosa es que lo mismo que Mozart fue precoz en lo suyo y a día de hoy sigue siendo considerado el compositor más genial de todos los tiempos (o al menos el más mediático y eso que 200 y pico años nos contemplan), todos tenemos un don, un touch... y el de mi hijo son las llaves. O mejor dicho, el reconocimiento visual de una llave, que sin usarla previamente sabe a qué cerradura pertenece. Esas cosas no pueden enseñarse, no es como cuando veíamos en aquel programa de la tele de los noventa, "¿Qué apostamos?", a un pequeñajo de 3 años reconocer pintores mirando cartulinas de sus obras. Eso es más o menos enseñable, como atarse los cordones, comer con palillos chinos o hacer macramé a luz de las velas... nadie enseña a reconocer llaves y cerraduras. Aquí el lector avezado se preguntará qué utilidad tiene tal don, si da de comer, si es necesario para la sociedad imperante, si nos facilita la vida en resumidas cuentas.

Y aquí es cuando les dejo la antonimia poética: Mozart con su touch  prodigioso fue un desgraciado durante su corta vida... mi niño, con un manojo de llaves, es el amo del mundo... o del calabozo, para los nostálgicos...

jueves, 22 de marzo de 2012

Lo banal, lo importante y viceversa.

Mi niño es un relaciones públicas... o lo que antes venía a llamarse "ama de casa de patio de vecinas". Coge su llave, se sale al balcón y apostado se queda a verlas venir. ¿Que viene una vecina?, se autoinvita a merendar... ¿Que viene otra vecina?, se va a su casa a ver cómo transcurren las horas. Y es que el carisma no va reñido con otros rasgos de la personalidad aparentemente más importantes y de los que un par de diagnósticos se empeñan en excluirle.

La soltura que demuestra, el don de gentes y esa capacidad para expresar con 4 palabras donde otros necesitamos párrafo y medio... "Mi padre es trabajoso" o "no me gusta la tele negra" pueden ser el grueso de una conversación que dure horas, suficiente para hacerse invitar a un bocadillo de pan-pan (nada de bimbo) y salchichón, no-me-pongas-pavo-que-la-de-la-dieta-es-mi-madre. Y así pasamos las tardes, de la casa 59 a la 61 sin hacer parada en la morada propia, donde su hermano y yo asistimos al sorprendente espectáculo de su confraternización con las vecinas. Atónitos nos deja porque no nos necesita, apenas.

Y así, mientras nosotros nos concentramos en nuestros libros y nuestros deberes, aplicándonos en todas esas cosas que parecen ser importantísimas para la vida moderna: comprensión lectora, matemáticas, el ciclo del agua... Él se pasa las tardes de cháchara, buena conversación al calor de las vecinas, que también disfrutan de su compañía. La delgada línea entre lo banal y lo importante la han marcado siglos de evolución educativa y social. Pero los de a pie vemos y entendemos el mundo con otros ojos, lo curioso es que para aprender a mirar con esos ojos necesitamos, a su vez,  la mirada y la guía de quien está , supuestamente, en riesgo de exclusión social. Curioso mundo este.

jueves, 23 de febrero de 2012

El colmo y la calma

Cuando algo por lo que llevas años luchando, insistiendo, casi, casi instigando para que ocurra, y sucede de pronto delante de tus ojos casi sin esperarlo, se puede decir que es el colmo. Pero el colmo, de colmar... de superar una barrera más. Una de esas cosas que cuando todo funciona a las mil maravillas no eres capaz de apreciar. Nuestra vida discurre a las mil maravillas pero hemos desarrollado el superpoder de analizar lo imperceptible: hoy hemos alcanzado el colmo en la puerta del colegio. Y ya ves tú qué cosa más simple, solo se veían a 20 o 30 niños corriendo hacia dentro como cuando van los toros por la calle Estafeta , a ver quien se ponía el primero en la fila... Pero entre todos esos morlacos iba el mío, corriendo como un descosido aleteando como suele, sin orden ni concierto, ni necesidad. Y nosotros, sus padres, mirando embelesados la normalidad desde la barrera, con una sonrisa de oreja a oreja y un "lamadrequeloparió" que se nos escapaba de los labios. Ya sé lo que debió sentir la madre de Fermín Cacho cuando su hijo cruzó la meta aquella tarde de 1992. Mi niño ha corrido hoy los 50 metros en sprint y con  mochila, su primera vez...

Y la calma, detrás. Su hermano disfrutando del paseo, con calma chicha y sol de febrero, saboreando su soledad tantas veces acariciada en secreto (supongo) de tantos días de querer correr él y que no le dejara. Hoy le miraba en la distancia como el que mira llover, porque él no encuentra nada extraordinario en lo que sucede ante sus ojos, con esa parsimonia que solo los niños pequeños ponen en casi todo... Y me imagino que pensaba lo mismo que yo... "lamedrequeloparió".

viernes, 3 de febrero de 2012

Homenaje

Cuando duerme entro en su habitación en silencio... le toco el pelo, le arropo, le miro. Y evoco en mi recuerdo su mirada tierna y su sonrisa eterna, la combinación perfecta del bebé adorable que fue. Pienso en lo que se ha perdido y en lo mucho que todos hemos ganado con su sola presencia, persistente por definición... porque vino sin querer, queriendo... Y se hizo un hueco a fuerza de ser el primero en hacer tantas cosas.

Cuando duerme me siento en su cama, y pienso en el niño que es ahora: serio, formal, responsable, educado... poco dado a las demostraciones innecesarias de sí mismo. Te regala una sonrisa en contadas ocasiones, hay que ganárselas. En secreto pienso que es su pequeña venganza con el mundo que le arrebató su puesto privilegiado: el del hermano pequeño.

Cuando duerme, o cuando estoy a punto de dormirme yo, en esos momentos en que la lucidez de mi mente nada entre el sueño y la vigilia, y puedo encontrarme con mi otro universo donde no necesito pensar, sino que mis neuronas piensan por mí... es entonces, digo, cuando nos reencontramos haciendo el baile más difícil de nuestras vidas, los dos solos, él empujando y yo también... le abrazo contra mi pecho, es tan frágil y pequeño que temo que se rompa, y le susurro las mil gracias que le debo por haberme elegido, por haber elegido a Salva, por acompañarle y quererle, por ser el compañero perfecto del viaje del que nadie compra billetes por gusto.

Luego despierta, y empieza el ritual: "¡Eloy come!", "¡Eloy vamos, que llegamos tarde!", "Eloy anda , deja que veamos en la tele lo que Salva quiere...". Y Eloy sigue avanzando de puntillas por una vida en la que los demás hemos marcado el ritmo... y él se deja hacer, acostumbrado a ser el hermano mayor que no es.

lunes, 16 de enero de 2012

La resignación

Cada día aprendo algo nuevo, y si no lo aprendo hago constricción por la noche y analizo qué cosas son perdurables, qué cosas olvidables y qué momentos merecen la pena. De la criba saco un mapa: el de las emociones. Unas veces me cuesta mucho sacar algo útil, y sufro por no poder transmitir las buenas vibraciones que los que me rodean merecen. Otras la vida parece fluir apacible entre sonrisas y horas lentas y contentas, valga la rima.

El mapa de las emociones del año pasado me trajo resignación por un tubo, porque aprendí a esperar lo inesperado, a echar de menos a quien ya no volverá, a sentir que no dí todo lo que debía dar o que pedí mucho más de lo que ofrecí. Resignación curativa del alma, que me trae la certeza de que las cosas nunca serán así o "asao" , resignación para aceptar, afrontar y combatir. Resignarse no es rendirse, simplemente es hacer cotidiano lo que a priori no debería serlo.

Ejemplo de resignación es lo que ha pasado hoy en el coche camino del colegio, un Salva que se queja, pelea y parlotea incesante, resistiéndose a ir al colegio... confiriendo una absoluta normalidad a todo lo que dice porque ¿quién quiere ir al colegio un lunes de invierno que llueve y hace frío? Y un Eloy que con un grado de máxima desidia en la voz le pregunta "Salvador, hijo, ¿no te cansas?".

Y todos nos hemos reído, porque es justo lo que todos estábamos pensando. Todos excepto Salva que, por supuesto, nunca se cansa.

¿Quién me lo iba a decir a mí?, así es la vida...